A veces, basta una mirada o ese gesto que repite cuando algo no anda bien. Los perros tienen su propio lenguaje, solo que no siempre sabemos escucharlo. Y en temas de salud, eso puede ser un problema.

Este artículo no busca darte una lista perfecta de síntomas ni una clase de veterinaria. Es más bien una charla entre quienes amamos a los animales y queremos cuidar mejor a quienes nos acompañan sin pedir nada a cambio.


Revisiones veterinarias: no solo cuando se enferma

Muchos esperan a que el perro esté decaído, que no coma o que se queje para ir al veterinario. Pero cuando eso pasa, muchas veces ya es tarde.

Un control cada año —o cada seis meses si ya es mayor— puede prevenir cosas serias. A veces basta con una mirada del profesional, un tacto suave o un análisis simple para detectar algo que, a simple vista, no se ve.


Vacunas y desparasitación: no lo dejes librado al azar

A veces escuchamos frases como “yo nunca lo vacuné y está perfecto”, pero no es algo que se pueda generalizar. Las vacunas protegen contra enfermedades que pueden ser graves e incluso mortales.

Lo mismo con la desparasitación. Muchos perros viven con parásitos internos sin mostrar síntomas claros, pero eso les afecta el sistema digestivo, la piel y hasta el ánimo. Hacerlo con regularidad es un acto de cuidado.


Pequeñas señales que importan

Deja de jugar como antes, se lame siempre el mismo lugar, está más quieto, come diferente, se rasca, mira el agua pero no toma. Cosas pequeñas, que a veces pasamos por alto.

No es para asustarse con cada cambio, pero sí para observar. Conocerlo es clave. Cuando algo se repite o persiste, consultar a tiempo hace la diferencia.


La edad también habla

Un cachorro puede morder todo, tener accidentes en casa, probar cosas que no debería. Eso tiene su etapa. Pero también hay que saber que en los perros adultos aparecen otros temas: articulaciones, piel, sensibilidad a ciertos alimentos.

Y cuando envejecen, cambia todo otra vez. Se cansan más, pueden tener problemas para ver, escuchar o moverse. Algunos se desorientan un poco, otros necesitan rutinas más estables. Acompañarlos en ese proceso también es amor.


La salud mental existe, aunque no lo digan

Hay perros que están siempre solos, o encerrados muchas horas, o que no tienen con qué entretenerse. Eso también afecta. Se ponen ansiosos, rompen cosas, se enferman.

Salir, cambiar de recorrido, jugar, enseñarles algo nuevo o simplemente sentarse al lado, todo eso les hace bien. Les da equilibrio. Les devuelve alegría.


Estar presente: más allá de lo físico

Cuidar a tu perro no es solo darle comida y vacunas. Es verlo, escucharlo, prestarle atención. No alcanza con quererlo mucho, hay que estar ahí.

Porque cuando lo mirás con amor, de verdad, empezás a notar esas pequeñas cosas. Y actuar a tiempo puede ahorrarle sufrimiento.

También te da algo que no tiene precio: la tranquilidad de saber que estás haciendo lo mejor que podés por él.